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VERONIKA MENDOZA Y GOYO SANTOS OFRECEN COMO MODELO POLITICO AL DICTADOR MADURO

Carta a los compañeros y compañeras

Los debates en la izquierda sobre las salidas a la actual situación y sus perspectivas.

Publicado: 2018-02-02

Estimados compañeros y compañeras: 

Todos nos encontramos entusiasmados por las grandes movilizaciones que se vienen realizando contra el execrable indulto a Fujimori, y contra los responsables del mismo: PPK, su gobierno y la mayoría congresal corrupta. También nos encontramos entusiasmados por los acuerdos de unidad alcanzados para estas movilizaciones, y saludamos que se sigan haciendo estos esfuerzos para continuar la lucha.

Mientras Ud. hace su labor en la base y/o participa en algunas de las tantas reuniones de coordinación, nos permitimos darle nuestra opinión sobre los temas que se debate entre los grupos de izquierda sobre las posibles salidas a la actual crisis. Una orientación y perspectivas justas son imprescindibles para encarar correctamente las tareas del día a día.

En la movilización del 11 se sucedió un hecho en apariencia anecdótico pero que en realidad concentra todo este debate. Mientras un gran sector marchamos “pacíficamente” y fuertemente custodiados por la policía y terminamos en un mitin en Plaza 2 de Mayo, otro importante grupo se concentró y movilizó desde Parque Kennedy y fue brutal y alevosamente reprimido. Desde los escritorios de la burocracia se ha dicho, a este respecto, que la movilización de Kennedy fue una provocación y aventura, mancillando lo que legítimamente expresan y desean los activistas, y justificando el corsé que colocaron a esa gran marcha.

Si realmente queremos echar a PPK, más aún si queremos “que se vayan todos”, es claro que no lo vamos a conseguir con consentimiento oficial sino movilizándonos de manera independiente y contra el gobierno, y con acciones de masas combativas como el paro nacional. Y de esto justamente trata todo el problema: aunque la burocracia y los partidos que la rodean digan “que se vayan todos”, en los hechos sólo lo dicen para empalmar con el sentimiento de los jóvenes movilizados, porque en realidad quieren que se queden todos.

Vayamos por partes.

La salida de “elecciones”

En estos días casi todos dicen “que se vayan todos y nuevas elecciones”; una consigna que tiene mucho de realismo porque expresa la enorme indignación contra el régimen y la necesidad de viabilizar una salida inmediata. Pero visto más de cerca ella encierra un contrasentido: “que se vayan todos” significa que se vaya todo el régimen político burgués, pero al plantear la salida de “elecciones” al mismo tiempo se está planteando recrear el mismo régimen burgués. Si queremos “que se vayan todos” debería proponerse una alternativa de gobierno antiburgués, esto es de carácter proletario y popular. Por eso creemos que para Mario Huamán y sus compañeros de ruta, esta consigna solo son palabras porque buscan una salida burguesa a la crisis de la burguesía, y con los métodos de la burguesía, como la marcha “cívica” del 11. Para los jóvenes movilizados significa lo que dice su contenido, de ahí que un sector se lanzara a Parque Kennedy sabiendo lo que podría ocurrirles.

Ante la deslegitimación del gobierno y el régimen es justo reclamar que sea la población la que por sufragio universal ejerza su derecho a elegir otro gobierno. Pero reclamar este derecho es muy distinto a decir que las elecciones burguesas sean la salida, como la plantea y piensa la burocracia y el reformismo. Además, la crisis actual se origina en otras “elecciones generales”: la de 2016, y estas nuevas elecciones serían, a la sazón, más de lo mismo.

Precisamente por esto también tienen que reparar que para la burguesía la salida de “elecciones” está en su baraja y que algunos de sus sectores ya la plantean como salida ante el temor que la actual situación conduzca a estallidos sociales. Si la burguesía fuera menos retrógrada de lo que es encaminaría esta salida, incluso solo para legitimar un gobierno que aplique los ajustes que necesita, como la reforma laboral; pero ahora prefiere reservarla para otro momento. Al demandarla esa “izquierda” se está comprometiendo con esa salida y, con ella, a defender sus resultados. Este es el problema.

El camino institucional como concepción

Esta propuesta encierra otro problema más de fondo: para la burocracia y el reformismo el camino siempre institucional. Nada por fuera de ella. Son la conciencia “democrática” de la burguesía. Por eso, además de “elecciones” plantean una nueva moción de vacancia en el Congreso (Frente Amplio), u otro pedido de “interpelación” de Mercedes Araoz, también en el Congreso, una la denuncia de inconstitucionalidad del indulto (Nuevo Perú)…, etc. Por supuesto no cuestionamos que se usen todos los recursos para nuestros objetivos. Lo que discutimos es que ellos hacen de estas medidas el centro de toda su actividad supeditando a ellas las movilizaciones, o encorsetándolas como hicieron el 11. Nosotros creemos lo contrario: primero y siempre es la movilización porque es la única garantía de victoria.

Ahora, de acuerdo al cronograma electoral, el gobierno acaba de convocar a elecciones regionales y municipales para el próximo mes de octubre. Si esa “izquierda” de verdad quisieran “que se vayan todos” habría dicho: no a dichas elecciones, que primero “se vayan todos”, empezando por el nefasto gobierno de PPK, y garantizar un plan de lucha. Pero todos ellos hoy están casi dedicados a cocinar alianzas y candidaturas para esas elecciones y dentro de poco se abocarán en cuerpo y alma a ellas. ¿Cómo harían campaña electoral cuestionando al mismo tiempo la continuidad del gobierno que garantiza su realización? Imposible. Así queda claro el contenido simbólico que ellos dan al “que se vayan todos”.

Empecemos por el principio: el carácter de la actual crisis

En el diagnóstico sobre la actual situación parece que todos habláramos de lo mismo, pero no es así. Los reformistas piensan que lo que está en crisis es el “modelo neoliberal” y que debemos construir un capitalismo más justo. Nosotros pensamos que la crisis es del capitalismo local como expresión del capitalismo mundial, y que hay que reemplazarlo por otro, el socialismo. De dos visiones se deducen dos estrategias.

El sistema democrático burgués entró en crisis general porque se reveló completamente corrupto. Pero la corrupción no es de ahora, ni siquiera de la dictadura de Fujimori, sino que nació con la misma República burguesa, es decir es del Estado capitalista. Esta corrupción solo agravó una crisis que ya venía de atrás con el fracaso de cada uno de los cuatro gobiernos que se sucedieron desde el 2001, todos productos de “elecciones” (más el de Susana Villarán desde la Municipalidad de Lima). ¿Por qué? Porque demostraron que el voto no sirve, que los gobernantes sean de izquierda o de derecha pueden renunciar a los programas con los que fueron elegidos y burlarse de sus compromisos para defender los intereses de quienes realmente ejercen el poder del Estado: los capitalistas. Por eso, inclusive regaron el país de otros tantos muertos (Bagua, Conga y Tía María), como por su lado hizo la dictadura para acabar con SL cuando este amenazó a ese mismo Estado.

Hicieron todo esto vendiéndonos el cuento de un nuevo “modelo neoliberal” que, dijeron, trajo crecimiento y redujo la pobreza. Pero ahora descubrimos que, junto a empleo precario, solo produjo sobreganancias empresariales, gigantesco saqueo del país, más endeudamiento, robo a manos llenas; es decir lo mismo que en 200 años de República burguesa y capitalismo.

Es capitalismo el que ha fracasado en nuestro país. De aquí la mayoría de la “izquierda” no deduce la conclusión elemental de acabar con él y su Estado, sino de reformarlos.

La propuesta de Constituyente y sus peligros

Ahora bien, ¿y cómo proponen reformar al capitalismo? Mediante una Constituyente y un gobierno “nacional, democrático y popular”, de indudable sello burgués “progresista”. Esta es la propuesta de casi toda la “izquierda”, desde el más moderado (Marisa Glave, Marco Arana, Patria Roja, PC), hasta los que parecen extremistas (Aduviri, Santos). ¿Pero qué es y a donde conduce esta política?

Sus defensores generalmente toman como ejemplo los modelos de Evo Morales y Chávez, quienes a partir del gobierno lograron convocar y controlar una Constituyente que introdujo reformas limitadas al modelo capitalista dependiente, sí, reformas y punto, manteniendo el saqueo y la explotación capitalistas. Además, ambos terminaron más corruptos que sus pares de “derecha”, y en el caso de Maduro (que sucedió a Chávez) degeneró en una dictadura abierta y cruenta que sume en el hambre a su pueblo. Tan ciega es esta “izquierda” que muchos ven en Maduro el modelo a seguir, incluso con su Nueva Constituyente elegido a dedo para justificar su golpe. No se puede defender a gobiernos como éste, y peor aún ofrecerlos como “modelo” a los jóvenes y trabajadores que se movilizan para limpiar al país de dictadores, corruptos y entreguistas.

Pero, además, una Constituyente “normal” (vía elecciones universales) en la actual situación nacional se daría completamente en el terreno de la burguesía, incluso de su ala derecha, y estará muy lejos del que sueñan estos cros. (ras) de “izquierda”. Es muy cierto que la Constituyente no es del gusto ni agrado de la burguesía, pero no por ello deja de ser una instancia burguesa, y, como tal, ella apelará a la Constituyente cuando la necesite; por ejemplo, como un mecanismo para salvar su sistema en un contexto de aguda crisis. Así ocurrió en otros momentos de la historia. Por ejemplo, en la Constituyente de 1979 tuvo el rol de desviar la gran movilización que desató el Paro Nacional del 77 hacia un plan de retiro ordenado de la dictadura militar, y le resultó exitoso. Además, la Constitución que salió de ahí no tuvo nada de progresiva, pese a que la izquierda llegó a tener más del 30% de representación en esa Asamblea.

¿Con la burguesía hasta la muerte, aunque solo sea con su sombra?

El fondo del problema con los reformistas de viejo y nuevo cuño, tradicional o con verborrea radical, es que sueñan con la existencia de una “burguesía progresista”, que sería base y fundamento de todo su proyecto. Pero la verdad es que esa burguesía no existe. Toda la burguesía nacional (los Brescia, Benavides, Hochschild, etc.) es proimperialista hasta la médula, opera y hace negocios como socia menor de los grandes capitales que saquean y explotan al país y a los trabajadores. Por eso el proyecto de gobierno “nacional, democrático y popular” no cuentan con ningún sector burgués que lo apoye. ¿Qué sentido tiene levantar un proyecto burgués sin burgueses? Ninguno. Solo la aspiración de soñar con un Evo o un Chávez, que, además de lo que significaron, son productos de otras circunstancias.

De la burguesía que sueñan como antiimperialista podemos decir que esa “izquierda” apenas alcanza a sus migajas, o a su sombra: es el caso del empresario Salomón Lerner, quien hoy figura como uno de los artífices de la “unidad de la izquierda”. Aun así, este caballero es funcional a su clase y no a los trabajadores, como lo demostró siendo estrecho colaborador de los gobiernos de Toledo y de Humala, y ahora cuando gesta acuerdos “unitarios” en esa izquierda lo hace buscando los mismos objetivos. Pero para mencionar a este señor después de descubrirse sus enormes vínculos con Odebrecht se necesita no tener sangre en la cara. Lo mismo podemos decir Yehude Simons, ex premier del Apra y responsable del Baguazo, y que también figura como otro de los promotores de esa “unidad” de la izquierda.

La estrategia de un Gobierno de los Trabajadores

En la actual lucha nacional nos enfrentamos a la burguesía en pleno, a su modelo económico, su Estado y sus instituciones. En lugar de soñar en una alianza con una “burguesía progresista” inexistente lo que hay que hacer es librar una lucha plena y total contra la burguesía realmente existente: proimperialista, enemiga del pueblo y de los obreros. Y esta tarea solo se la podemos llevar a cabo desde el campo de la clase trabajadora, con su propio programa, sus métodos (la huelga y la lucha en la calle), sus organismos independientes y democráticos y en la perspectiva del poder.

¿Esto significa que estamos contra las elecciones o la Constituyente? No. Si se dan participaremos pero sin depositar ninguna confianza en ellos, y lo haremos con la perspectiva de continuar la movilización independiente de los oprimidos y explotados hacia su propio poder.

Por supuesto que es una tarea inmensa. Pero la magnitud de las tareas no la determinamos nosotros sino la lucha de clases, y ésta es dicta que no existe ninguna posibilidad de resolver los graves problemas que aquejan al país si no vamos a la raíz del mismo: a extirpar o poner fin al capitalismo dependiente que nos ha sumido en la corrupción, la descomposición política, el atraso y pobreza. Y esto solo se puede lograr con una revolución obrera y popular que expulse a la burguesía del poder, destruya su Estado, la expropie, rompa las cadenas que nos atan al imperialismo y establezca un gobierno de los trabajadores.

A esto los compañeros reformistas responden acusándonos de “soñadores”, “irreales”, de que para eso “falta mucho”. Les respondemos: todas sus propuestas que apuntan a reformar o mejorar al capitalismo han demostrado que son absolutamente ilusas porque en la práctica terminan sirviendo por completo a la burguesía. La única experiencia que ha demostrado que un gobierno de los trabajadores sí puede resolver los grandes problemas generados por el capitalismo, es la Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia. Frente a las diversas salidas reformistas, 100 años después esta gran revolución sigue siendo un referente válido para los luchadores de hoy.

Unidos en la lucha

Toda esta batalla, como hemos visto, no será exitosa si al mismo tiempo no desnudamos todas las posiciones reformistas que alientan esperanzas y salidas falsas dentro del sistema mostrando que son la mayor trabaja para que los trabajadores y la juventud abracen un camino propio o independiente.

Para orientarnos por esta ruta, debemos empezar por promover la participación en el actual proceso de la clase obrera con sus organismos, levantar un programa que exprese una verdadera alternativa frente a todas las salidas burguesas y, junto a todo esto, construir la herramienta política que la haga posible: un partido obrero con los sectores más conscientes y combativos, lo que intentamos desde el PST.

Esto es lo que sinceramente pensamos. Por supuesto, compañero o compañera, estamos dispuestos a escucharte. Mientras tanto, no tengas ninguna duda que estaremos junto a ti y a todos en todas las luchas y acciones contra PPK, el indulto y todos los corruptos. ¡Hasta la próxima!

Publicado en Bandera Socialista. Enero 2018.


Escrito por

RED OBRERA

Organización obrera al servicio de la unidad y solidaridad con las luchas por los derechos de la clase trabajadora


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